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Calma en el caos: cómo entrenar la gestión del miedo y el estrés en combate

  • Foto del escritor: Sifu Joseba
    Sifu Joseba
  • 29 oct
  • 3 Min. de lectura

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Introducción

En una situación de riesgo el miedo es inevitable y el miedo genera estrés. Es la reacción de la mente y el cuerpo ante el peligro.

El practicante de artes marciales debe aprender a reconocerlo y actuar dentro de él sin perder claridad.

En una situación de agresión real todo el sistema se activa para sobrevivir, pero sin entrenamiento esa energía se convierte en caos. La clave está en transformar el estrés en foco.

1. El miedo como aliado

El miedo y el estrés son formas de energía biológica. El error es interpretarlas como algo negativo.

En una situación de agresión real el el cuerpo y la mente entran en modo automático:

  • visión en túnel,

  • pérdida de coordinación fina,

  • incremento del tono muscular,

  • respiración rápida y superficial.

 No pueden ejecutar técnicas complejas. Por eso, en defensa personal, lo importante no es cuántas técnicas sabes, sino cómo respondes cuando no puedes pensar.

Menos es más.

El entrenamiento debe reproducir esa presión, de forma progresiva, para enseñar al sistema nervioso a permanecer operativo dentro del caos.

En realidad, el estrés potencia la atención, la fuerza y la velocidad, siempre que no nos paralice.

El entrenamiento debe conducir a aprovechar el pico de de energia : no interpretar el miedo como amenaza, sino como aviso.

2. Entrenando el sistema nervioso

Hay tres herramientas fundamentales para condicionar la mente y el cuerpo ante el estrés:

  1. Respiración funcional.

    Exhalar más de lo que inhalas activa el sistema de calma. Ejemplo: inhala 4 segundos, exhala 8.Aplica esto incluso mientras te mueves. Empieza a realizarlo estando en un estado en calma.

  2. Exposición gradual.

    No pases de la calma al caos. Sube un nivel de estrés cada semana:

    • cooperativo lento,

    • semilibre,

    • contacto moderado,

    • escenarios imprevisibles. Así, la mente aprende que puede sostener la presión.

  3. Anclas para tu mente .

    Palabras simples que calmen tu mente que generen una conexión entre la palabra y el efecto que producen, para mantener el foco, por ejemplo: “centro”, “calma”. Busca una que te sirva, una que puedas usar.

Este tipo de trabajo convierte el miedo en combustible controlado, no en obstáculo

Cuando se controla el ritmo de respiración, se regula el sistema nervioso.

Por eso, en momentos de presión, debe controlarse la respiración.

Una parte imprescindible del entrenamiento para una Defensa Personal real es entrenar bajo estrés, aprendiendo a gestionar la respiración en momentos de tensión, para poder actuar sin colapsar.

Entrenar bajo estrés implica practicar manteniendo la respiración fluida, incluso en contacto físico intenso.

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3. La calma en la tormenta

No se trata de estar tranquilo como si nada sucediera, es imposible, sino de moverse con serenidad y eficacia bajo presión.

Para ello, el entrenamiento debe incluir escenarios realistas: contacto, ruido, velocidad, sorpresa. El objetivo de este tipo de entrenamiento es observar la propia reacción.

Ahí empieza una parte fundamental y poco practicada en la Defensa Personal:

  • entender cómo la mente y el cuerpo reaccionan en situaciones con estrés.

Cada entrenamiento de este tipo debe tener un momento para detenerse y observar: respirar, ajustar la postura, sentir el suelo, revisar.

El cuerpo debe acostumbrarse a responder bajo estrés.


Acciones para que integres en tu entrenamiento:

  • Antes de iniciar la práctica y al terminar, dedica dos minutos a exhalar el doble de lo que inhalas.

  • Durante el entrenamiento, centra la mente, estate atento, presente.


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